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jueves, 5 de abril de 2018

El coche eléctrico puede ser un duro golpe para la industria de las bebidas


  El coche eléctrico puede ser un duro golpe para la industria de las bebidas


 La escena se repite por todo el mundo. Un cliente para a repostar su coche gasolina en una estación de servicio, y mientras tanto aprovecha el rato para estirar las piernas y acercarse a la tienda. Una visita que suele terminar con una compra impulsiva protagonizada en su mayor parte por una bebida. Algo que según un artículo del Washington Post estaría en peligro con el coche eléctrico.


 



Una de las razones es que los propietarios de un coche eléctrico hacen la mayoría de sus recargas en casa, dejando los puntos públicos sólo para momentos puntuales. Algo que provocará que la necesidad de acercarse a una estación de servicio sea ya de por si menor. Otra razón es que estos puntos no tienen por que estar en una gasolinera. Pueden estar en prácticamente cualquier lugar. Un supermercado, un centro comercial…etc. Por lo que la compra impulsiva se reduce algo y diversifica sus espacios.
Un dato refleja el peligro para algunos fabricantes de bebidas en el cambio de paradigma del automóvil. Por ejemplo, la bebida energética Monster registra el 63% de sus ventas en Estados Unidos dentro de las gasolineras. Una cifra realmente llamativa. Más todavía es la que nos indica que en Estados Unidos la venta de gasolina sólo proporciona el 40% de los ingresos. El resto procede de la tienda. Y de ese porcentaje una buena parte se logra gracias a las bebidas.
Por supuesto desde la industria se pone sobre la mesa una posible solución, y no es otra que instalar puntos de recarga en las estaciones de servicio. Una forma de convertir una amenaza en una oportunidad. Y es que el propietario de un coche eléctrico de media pasará bastante más tiempo en uno de estos lugares que el de un coche a gasolina.
A pesar del incremento de las potencias de recarga, estas supondrán el esperar como mínimo 10 o 15 minutos. Tiempo de sobra para convencer al cliente en gastarse algo en la tienda.
Esto lo han entendido grandes petroleras, como Shell o BP. Ambas han comenzado el pasado año un tímido proceso de instalación de puntos de recarga rápida en sus instalaciones. Un movimiento que anticipa un futuro donde o se adaptan, o mueren. Una evolución que como podemos ver, no sólo afectará a las propias petroleras, sino también a sectores que se han instalado en las gasolineras como un formato muy eficaz de venta, pero que ahora ven como la transición hacia el coche eléctrico pone en marcha nuevos retos a superar.

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