La producción de baterías para coches eléctricos es cada vez más limpia. Entre 2 y 3 veces más que hace dos años
Uno de los mantras de los críticos con el
coche eléctrico, es que a pesar de que estos no realicen emisiones
directas, la electricidad que consumen de la red si procede de fuentes
como el carbón. Algo que depende del mercado pero cuya tendencia es a
reducirse por la rápida expansión de las energías renovables. Otro de
los argumentos es que producir la batería es muy contaminante.
Un factor que ahora sabemos también está cayendo de forma drástica
gracias a disponer de una red eléctrica cada vez más limpia, pero
también gracias a otros motivos.
Según una publicación de la organización Transport & Environment,
que citan el estudio del instituto IVL Sweden, la producción de
baterías como las extendidas NMC están logrando reducir de forma
drástica sus emisiones gracias a tres factores.
Esto supone entre 2 a 3 veces menos que la estimación realizada por el propio instituto IVL Sweden, que en 2017 indicaba que el coste ambiental de producir cada kWh era de entre 150 a 200 kg de CO2.
Un factor que no sólo permitirá poder producir baterías cada vez más limpias, sino que además el uso de las renovables permitirá abaratar el coste energético respaldado por la fuerte expansión de las baterías de respaldo, que en los próximos años continuarán con un descenso en unos precios que entre 2011 y 2018 ha supuesto una caída del 80% en su coste según los datos de Bloomberg, y que suponen un complemento perfecto a las intermitentes renovables.
Por supuesto no debemos olvidar que esta expansión no está siendo
igual, y no será lo mismo producir en Polonia, fuertemente dependiente
del carbón, que en España, donde el derrumbe del carbón está propiciando un sistema cada vez más limpio. Como ejemplo los últimos datos que muestran que las fuentes contaminantes en nuestro país han caído un 54% en los últimos 12 años, pasando de las 111 millones de toneladas equivalentes de CO2 (MtCO2e) a las 50 que se espera lograr este año.
A la bajada del uso del carbón podemos añadir el incremento de las fuentes renovables en España. En los 11 primeros meses del 2019 la energía eólica, una de las que más ha crecido en los últimos años, ha logrado encargarse del 21,1% de la producción, que podemos añadir el 3.5% de la fotovoltaica que está comenzando a volver a la senda del crecimiento después de unos años de oscuridad, así como la hidráulica, con un 9.1%.
En total las energías renovables han ocupado el 37.6% de la producción eléctrica en España entre enero y noviembre, a lo que podemos sumar el 22.6% de la nuclear, sin emisiones directas, lo que nos da un 60.2% de producción sin emisiones directas de CO2.
Fuente | T&E
- Primero, la expansión de la fabricación de celdas ha permitido acceder a un nuevo nivel de eficiencia energética, lo que se traduce en menos energía por celda necesaria y, por lo tanto, una caída en las emisiones de CO2.
- En segundo lugar, se dispone de datos más recientes y precisos para realizar los cálculos, en lugar de depender de suposiciones o informaciones antiguas.
- En tercer y último lugar, la generación de electricidad en las regiones donde se producen las baterías están aumentando su consumo de energías renovables, lo que permite descarbonizar la red y reducir las emisiones directas durante de la fabricación, especialmente en Europa, Estados Unidos y China.
Esto supone entre 2 a 3 veces menos que la estimación realizada por el propio instituto IVL Sweden, que en 2017 indicaba que el coste ambiental de producir cada kWh era de entre 150 a 200 kg de CO2.
Cifras que en su momento han sido utilizadas por los medios de comunicación para lanzar un mensaje contrario al coche eléctrico,
y realizando absurdas comparaciones con el tiempo que necesitaría un
coche diésel para emitir las cifras que se necesitarían para producir
una batería. Números por supuesto en los que normalmente no se tomaban
los datos de la extracción, producción y transporte del petróleo desde
sus estados de origen, y que han servido para confundir a muchos
usuarios.
Una producción cada vez más limpia gracias a la fuerte expansión que vivirán las energías renovables
en todo el mundo. Y es que según los datos de la Agencia Internacional
de la Energía, la capacidad de generación de las energías limpias habrá aumentado un 43% hasta 2022, cuando rondará los 1.000 GW, cifra que equivale, aproximadamente a la mitad de la del carbón en la actualidad, y que tardó 80 años en conseguirse.Un factor que no sólo permitirá poder producir baterías cada vez más limpias, sino que además el uso de las renovables permitirá abaratar el coste energético respaldado por la fuerte expansión de las baterías de respaldo, que en los próximos años continuarán con un descenso en unos precios que entre 2011 y 2018 ha supuesto una caída del 80% en su coste según los datos de Bloomberg, y que suponen un complemento perfecto a las intermitentes renovables.
A la bajada del uso del carbón podemos añadir el incremento de las fuentes renovables en España. En los 11 primeros meses del 2019 la energía eólica, una de las que más ha crecido en los últimos años, ha logrado encargarse del 21,1% de la producción, que podemos añadir el 3.5% de la fotovoltaica que está comenzando a volver a la senda del crecimiento después de unos años de oscuridad, así como la hidráulica, con un 9.1%.
En total las energías renovables han ocupado el 37.6% de la producción eléctrica en España entre enero y noviembre, a lo que podemos sumar el 22.6% de la nuclear, sin emisiones directas, lo que nos da un 60.2% de producción sin emisiones directas de CO2.
Fuente | T&E
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