Para los fabricantes europeos, los objetivos de Bruselas para el coche eléctrico son irreales e imposibles de alcanzar
Para Erik Jonnaert, presidente de la patronal de fabricantes de coches de Europa (ACEA) los objetivos de reducción de emisiones de Europa son totalmente irreales e inalcanzables.
Algo que esgrime tiene que ver con la falta de ambición en sectores
como la red de recarga para coches eléctricos, que se postulan como la
alternativa más generalizada.
La Comisión Europea ha impuesto a los fabricantes de coches lograr una cuota de mercado para el coche eléctrico del 30% para 2030.
Una cifra que tiene en cuenta tanto la Europa occidental, como la
oriental. Algo que obligará a los estados con más presencia de estos
vehículos a asumir la cuota que no se logrará desde los países del este.
Un factor que supondrá que para la fecha marcada los mercados más
importantes tendrán que contar con un 50% de ventas de eléctricos.
Desde la industria se ha catalogado este proyecto como imposible de lograr. El Sr Jonnaert ha indicado que a pesar de que casi todas las marcas tienen coches eléctricos entre su oferta, las ventas continúan siendo testimoniales, con una mayoría de los clientes que abandonan el diésel inclinándose hacia tecnologías como la gasolina o los híbridos.
Para el directivo de ACEA, el problema no se solucionará sólo con una bajada generalizada de los precios gracias a la economía de escala futura. Hará falta una expansión más rápida de las redes de recarga, que continúan sin despegar en la mayor parte de los mercados.
Según el Sr Jonnaert: “Estamos preocupados de que algunos políticos tienen expectativas completamente irreales respecto a la adopción del mercado del coche eléctrico”
La realidad es que desde la industria del automóvil se resisten al cambio de un modelo de negocio extremadamente rentable, hacia otro que todavía no se conoce su impacto en las cuentas. El problema es que si los fabricantes europeos deciden racanear y no afrontar con seriedad esta nueva etapa, vendrán otros a ocupar su espacio. Algo que sin duda será un desastre para las marcas del viejo continente.
Por otro lado no podemos dejar pasar el hecho de que si las ventas de eléctricos en Europa son testimoniales, los fabricantes tienen mucho que ver con su bajo nivel de producción, que provoca que comprarse un coche sea una operación con un importante grado de dificultad, principalmente por las largas esperas para hacerse con algunos modelos. No hablemos ya de la experiencia religiosa que supone visitar un concesionario buscando un eléctrico, donde nos intentarán convencer de que el diésel o un gasolina es mejor alternativa.
Vía | ACEA
Desde la industria se ha catalogado este proyecto como imposible de lograr. El Sr Jonnaert ha indicado que a pesar de que casi todas las marcas tienen coches eléctricos entre su oferta, las ventas continúan siendo testimoniales, con una mayoría de los clientes que abandonan el diésel inclinándose hacia tecnologías como la gasolina o los híbridos.
Para el directivo de ACEA, el problema no se solucionará sólo con una bajada generalizada de los precios gracias a la economía de escala futura. Hará falta una expansión más rápida de las redes de recarga, que continúan sin despegar en la mayor parte de los mercados.
Según el Sr Jonnaert: “Estamos preocupados de que algunos políticos tienen expectativas completamente irreales respecto a la adopción del mercado del coche eléctrico”
Y es que según los datos que maneja la propia ACEA, en la actualidad hay 100.000 puntos de recarga públicos en la UE.
Una cifra que indican debería crecer hasta el millón de puntos para
2025 para poder atender la demanda que se espera para esa fecha. De los
ya en marcha en la actualidad, el 76% de los instalados en Europa se localizan en apenas 4 mercados. Holanda, Alemania, Reino Unido y Francia.
Desde
la industria se avisa de que para lograr el objetivo para 2030, un 50%
de ventas de eléctricos, será necesario llegar a los 8.4 millones de puntos de recarga. Algo que supondrá la instalación de 700.000 nuevos cargadores cada año desde 2019.Opinión
Está claro que desplegar 700.000 puntos de recarga cada año será un reto difícil de cumplir. Un reto de gran magnitud principalmente por la lentitud en una primera fase en la que se ha dejado las cosas para otro momento. Y ahora que desde las administraciones se aprietan los tornillos para lograr un sistema de transporte más sostenible, desde la industria se dice que es un reto imposible de lograr. Algo que no sucedería de haber hecho las cosas a su tiempo.La realidad es que desde la industria del automóvil se resisten al cambio de un modelo de negocio extremadamente rentable, hacia otro que todavía no se conoce su impacto en las cuentas. El problema es que si los fabricantes europeos deciden racanear y no afrontar con seriedad esta nueva etapa, vendrán otros a ocupar su espacio. Algo que sin duda será un desastre para las marcas del viejo continente.
Por otro lado no podemos dejar pasar el hecho de que si las ventas de eléctricos en Europa son testimoniales, los fabricantes tienen mucho que ver con su bajo nivel de producción, que provoca que comprarse un coche sea una operación con un importante grado de dificultad, principalmente por las largas esperas para hacerse con algunos modelos. No hablemos ya de la experiencia religiosa que supone visitar un concesionario buscando un eléctrico, donde nos intentarán convencer de que el diésel o un gasolina es mejor alternativa.
Vía | ACEA
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