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martes, 13 de junio de 2017

Principales diferencias entre el mantenimiento de un coche eléctrico frente al tradicional

Principales diferencias entre el mantenimiento de un coche eléctrico frente al tradicional

Planteamos algunas diferencias entre el mantenimiento de un coche eléctrico frente al tradicional mecánico. El saldo es de una abrumadora ventaja hacia el eléctrico por la simple razón de llevar entre unas 700 y 1000 piezas mecánicas menos.

El mercado automovilístico ha evolucionado y cambiado mucho en los últimos años. Tanto es así que, ahora mismo, cuando una persona tiene en mente llevar a cabo una compra, son muchas las variables que ha de tener presente: económicas, financieras, logísticas, técnicas, de ética medioambiental, de tipo de movilidad…
 Principales diferencias entre el mantenimiento de un coche eléctrico frente al tradicional.
Por supuesto, las más habituales son pensar en el seguro de coche que se requerirá, qué uso se le va a dar, las ayudas que puede recibir, si la financiación es buena, si consume mucho, si es más eficiente… Pero a todo esto hay que sumar también otras cuestiones como son el tipo de energía que lo ha de mover, y esto marca la principal diferencia entre la elección base, que parte de optar entre un coche convencional, con motor térmico de gasolina o diesel o uno de tracción eléctrica.
Como esta decisión no es nada fácil (aunque cada vez más ya se empieza a tener más clara la opción por los eléctricos) hemos querido remarcar algunas de las diferencias más destacables entre ambos tipos de vehículos, concretamente en el aspecto ligado al mantenimiento.
Mantenerse en “forma”
Conseguir mantener en perfecto estado de funcionamiento cualquier vehículo, pasa por realizar un control y verificación periódica de aquellas partes más expuestas a un desgaste o pérdida de sus funciones básicas. La parte mecánica es la que requiere un mayor seguimiento periódico, especialmente aquellas sometidas a movimiento, roces, vibraciones, cambios de temperatura o cargas mecánicas en sus elementos. Esta es una clara desventaja respecto a los componentes eléctricos o electrónicos que se mantienen en mejores condiciones.
Entre un vehículo térmico y uno eléctrico nos encontramos con una de las grandes diferencias en cuanto a componentes mecánicos en movimiento. Se calcula entre 800 y 1.000 piezas más las que lleva un motor de encendido por compresión o de explosión respecto a la arquitectura que requiere el motor de tracción eléctrica.
Por ello, la necesidad de un mayor mantenimiento de sus piezas mecánicas, será más susceptible de anticipar un desgaste prematuro o avería.
Está claro que, con el uso, ambos vehículos pueden tener alguna que otra avería y tener que pasar por el taller electromecánico, pero la realidad es que con los coches eléctricos quedan eliminadas muchas de éstas por el mero hecho de no disponer de un buen número de elementos (especialmente del motor y de la caja de cambios) que sí están presentes en los coches tradicionales (térmicos) y requieren mantenimiento periódico, tales como: el aceite del motor y el de la caja de cambios; los filtros de aceite, de aire, de carburante, la correa de distribución, la junta de la culata, el embrague o el alternador…
Se calcula que hasta el 60% de las averías que se producen en los coches vienen de la suciedad o desgaste de determinadas piezas, y si éstas no están presentes, la avería no puede tener lugar. Ya saben, de donde no hay, no podemos sacar nada.
En hilo con lo mencionado anteriormente, hay que aclarar que los vehículos eléctricos, tienen, por contra, determinados componentes que no están presentes en los coches tradicionales. Pese a todo, tanto los controladores eléctricos como las baterías cuentan con una alta fiabilidad que se ha probado y contrastado para que las posibles averías sean mínimas.
Se puede decir que el punto débil de los coches eléctricos es el de la autonomía y el de las infraestructuras de carga, pero cada vez más se están ampliando los kilómetros que permiten conducir sin necesidad de recarga. Vehículos como el Renault ZOE, Nissan Leaf, VW e-Golf, BMW i3 o Opel Ampera-e, Tesla… consiguen elevados niveles de autonomía (de 250-500 Km) que son suficientes para salir de las áreas urbanas y saltar de provincia en provincia sin necesidad de sufrir estrés por necesidad de llegar a un punto de recarga.
De hecho, no hay que olvidar también hablando de averías que uno de sus activos principales es que los coches eléctricos son mucho menos perjudiciales con el medio ambiente (cero emisiones= cero averías por calidad del aire) por lo que es de esperar que este sea el camino a seguir en el futuro.
En resumen, se puede llegar a la conclusión de que el mantenimiento de los coches eléctricos es más que viable y mínimo, comparado con un vehículo tradicional, ya que el ahorro económico puede ser de hasta el 56%. Además de conseguir otros factores positivos en su haber como son: un mayor ahorro energético y económico, menos ruido, cero emisiones, menos coste de la energía, reducción de la dependencia energética de los derivados del petróleo, integración de las energías renovables a la movilidad, amortización más rápida de la inversión, ventajas fiscales…

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