Para tener en cuenta:
Las empresas españolas no se enganchan al coche eléctrico.
¿Cuáles son las razones?
Y es que las ventas en este sector en lugar de crecer, están bajando. El estudio, realizado entre casi 4.000 gestores de flotas de pymes y grandes empresas de trece países, muestra que a pesar de que la movilidad eléctrica ha ganado popularidad, todavía necesita recorrido para ser una solución consolidada en el mundo corporativo. Especialmente en mercados como el nuestro.
Algo muy preocupante en un sector, las compras de empresas, que ocupa el 62% de las ventas de eléctricos en España.
Pero ¿cuál es la razón?. Podríamos pensar que es el precio de los vehículos, pero este no ha aumentado, incluso en muchos casos se ha recortado. Las autonomías también han aumentado, así como la pequeña red de recarga pública. Para el Observatorio, el principal problema es el marco legal de inestabilidad creado por el Plan MOVEA.
Un proyecto destinado a incentivar las ventas, que con su chapucera gestión está logrando justo lo contrario. El informe indica que las empresas no entienden de incentivos puntuales para dar el salto a otra energía, y necesitan un proyecto más sólido y serio.
Tampoco ayuda la poca implicación de las ciudades en la promoción de los vehículos eléctricos. Salvo pequeñas excepciones, la inmensa mayoría de las ciudades no tienen ningún incentivo para empresas ni particulares. El impuesto municipal es el mismo que para un diésel, y los privilegios de acceso o aparcamiento también.
Esto tiene como resultado un clásico. Que en la clasificación dentro de Europa, España esté en el vagón de cola. En el contexto de Europa, nos situamos en el tercio inferior de la tabla en intención de uso del eléctrico, que encabeza Holanda, donde las compañías que contarán con esta tecnología en el próximo trienio duplicaran a las españolas, hasta alcanzar el 35%. Un estado que ha aplicado un programa de impuestos super-reducidos a los coches eléctricos, pagan sólo un 4%, y que ha apostado por la expansión de una amplia red de recarga.
Lo peor de todo es que mientras que las empresas no apuestan por los eléctricos, eso supone contar con una flota instalada principalmente en el diésel. Aunque el gasóleo sigue perdiendo cuota (en el último año retrocedió un 5,5% en el total del mercado y un 3,3% en el entorno corporativo) sigue siendo la solución mayoritaria.
Incluso las empresas reconocen que los episodios de cierre de ciudades como Madrid por alertas de emisiones, no ha influido en nada en las nuevas compras. Así lo indican 9 de cada 10 empresas entrevistadas. Un ejemplo más del fracaso de las políticas públicas, que no pueden limitarse a determinadas horas de determinados días del año.
La conclusión es que uno de los motores del mercado de los coches eléctricos, las PYMES, no está motivados ni concienciados para realizar la transición hacía sistemas más limpios y sostenibles.
El gran culpable de todo este es un gobierno inoperante a nivel de acciones contra las emisiones, que se limita a lanzar un copia y pega de los programas anteriores, y además lo hace con cada vez menos fondos, y con cada vez mayor retraso. Una incapacidad que lo pagamos todos con una calidad del aire en nuestras ciudades cada vez más peligroso.
Fuente | Arval
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