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lunes, 23 de noviembre de 2020

La electrificación del transporte diezmará la demanda de petróleo

 

La electrificación del transporte diezmará la demanda de petróleo

  

La electrificación de los sistemas de transporte propiciada por la caída de los precios de las baterías, puede cambiar por completo la dependencia energética de los mercados emergentes.

 El aumento de la capacidad productiva de energía renovable de las naciones a lo largo de todo el planeta, ofrece una oportunidad histórica para reducir la dependencia energética de los países.

Para que este fenómeno pueda producirse, es necesario que las fuentes de demanda energética se transformen hacia opciones más eficientes y menos contaminantes.

Uno de los pilares de la descarbonización de la economía pasa por convertir al sector del transporte, fuente principal de contaminación, en parte de la solución. De esta forma se reducirían las emisiones y disminuiría la dependencia energética que lastra las economías y el poder geopolítico de los países productores.

La transición hacia sistemas de transporte de personas y mercancías ‘cero emisiones’ abre el camino no sólo hacia la sostenibilidad y la mejora del medioambiente, sino hacia un cambio de los equilibrios de poder establecidos desde generaciones.

El caso de los mercados emergentes

Pese a que la mayoría de información versa, en muchas ocasiones, alrededor de los grandes mercados y las economías más desarrolladas, las emisiones y la lucha contra el cambio climático es un problema global.

Por este motivo el think tank financiero estadounidense Carbon Tracker ha realizado un estudio que analiza el impacto de la transformación del transporte en los mercados emergentes.

Durante décadas, la industria de los combustibles fósiles predecía que la baja demanda de petróleo de los mercados emergentes crecería con la prosperidad de su economía.

La oportunidad que comenzamos a vivir en la actualidad ofrece una alternativa completamente diferente que proyecta un futuro con más esperanza.

Según el informe «Los mercados emergentes tienen niveles relativamente bajos de uso de petróleo en sus sistemas de transporte. Por ejemplo, una persona promedio en los EE.UU emplea 1.9 toneladas de petróleo cada año para el transporte, mientras que en China usa 0.23 toneladas y en India usa 0.09 toneladas, solo el 5% del nivel de EE.UU».

En la actualidad, el estudio indica que el 2% del PIB de los mercados emergentes se emplea en importar petróleo, mientras que como consecuencia de la polución vinculada al transporte fallecen 285.000 personas al año.

 

Muchas de estas naciones poseen en la actualidad una menor infraestructura, como consecuencia de contar con un ‘pequeño’ sistema de transporte.

Esta situación, junto con la disminución de precios de vehículos y camiones como consecuencia de la evolución y reducción de costes de las baterías en un futuro inmediato, puede propiciar un rápido cambio a una movilidad que no emita sustancias nocivas.

La oportunidad que este escenario plantea, según el estudio, reduciría en un 75% las muertes relacionadas con la polución. Además, aportaría una mayor independencia política a las naciones puesto que reducirían al menos en un 90% el coste de la energía importada por vehículo.

En la actualidad China, uno de los mayores importadores de petróleo del mundo, esta liderando este cambio. En 2019 los autobuses eléctricos coparon el 59% del mercado y los vehículos de dos ruedas 100% eléctricos conquistaron el 61% del total de las ventas.

El cambio, no sólo de los mercados emergentes, sino de las economías de todas las naciones hacia sistemas de transporte electrificados pueden ser la herramienta clave para resolver millones de muertes prematuras vinculadas con la polución.

Otro aspecto importante a tener en cuenta parte de la ruptura de la dependencia con los países productores de petróleo, factor que puede propiciar un cambio geopolítico que derrumbe los equilibrios establecidos durante décadas.

En el futuro, la amenaza de una reducción de producción del petróleo, un conflicto bélico en Medio Oriente u otro escenario, puede no tener consecuencias catastróficas para aquellas economías que conquisten la soberanía energética.

De producirse un escenario analizado en el estudio, donde se electrifiquen los sistemas de transporte en los mercados emergentes, en 2030 se produciría una reducción de la demanda esperada de un 70%.

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