La respuesta de China al cambio climático son los vehículos eléctricos
En la actualidad la mitad de los coches eléctricos que hay en el mundo están en China. Uno de los mercados que más fuerte está apostando por una tecnología que les permitirá reducir su enorme dependencia energética externa, al mismo tiempo que esperan rebajar las espantosas cifras de emisiones contaminantes en sus ciudades.
Un ejemplo de las ambiciones del gobierno de Pekín lo encontramos en la ciudad de Shenzhen. Uno de los núcleos industriales del gigante asiático que este mes de octubre espera poder completar la transformación completa de toda su flota de autobuses por modelos eléctricos. Nada menos que 15.000 unidades que permitirán además de reducir la contaminación, 1.18 millones de toneladas cúbicas al año, también lograr un ahorro económico considerable.
Y después de los autobuses, vendrá la fase final de transformación de los taxis. Una gigantesca flota que da servicio en una ciudad de 12 millones de habitantes, y que para 2020 tendrá que ser 100% eléctrica.
Entre las medidas más importantes que China ha puesto para acelerar la transición se pueden destacar las ayudas a los fabricantes en su proceso de I+D, la ayuda a la compra de los propios vehículos por parte de los operadores, ayudas a la instalación de puntos de recarga…etc. Además los eléctricos están exentos de la lotería que las grandes ciudades han puesto a la hora de acceder a un vehículo. Una limitación que no afecta a los eléctricos.
Otra medida con poco reconocimiento mediático, pero con gran importancia simbólica, es que el gobierno de Shenzhen ha querido visibilizar en la medida de los posible los vehículos eléctricos. Para ello ha creado una matrícula de color verde, que está destinada en exclusiva a los modelos impulsados por un motor eléctrico.
De esa forma el resto de conductores y viandantes pueden identificar fácilmente a los eléctricos, y las autoridades que se encargan de controlar el tráfico lo tienen más fácil a la hora de limitar el acceso a la ciudades a los vehículos con motor de combustión interna.
La cuestión no es para menos. China es el segundo emisor de gases de efecto invernadero, sólo por detrás de Estados Unidos. Un país que cuenta con nada menos que 300 millones de coches con motor de combustión, y que no ha crecido más precisamente por las limitaciones que se han auto-impuesto, y sin las que la situación sería incluso peor.
Un mercado que ha apostado por el coche eléctrico como herramienta para luchar contra una contaminación que se ha convertido en el enemigo número uno, y que además está siendo acompañado por un plan para reducir también la dependencia de fuentes de energía como el carbón, invirtiendo enormes cantidades de dinero en energías renovables.
Un sector, el de las renovables, que además se beneficiará de la expansión del coche eléctrico, no sólo por ser dos sectores con un gran potencial de sinergias, sino por que con la llegada de nuevos modelos, las baterías de los antiguos pasarán de forma paulatina a ser reutilizadas como almacenamiento estacionario de las redes eléctricas.
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