Cuando utilizamos los frenos en un automóvil, la energía cinética del vehículo se transforma en calor debido a la fricción entre la pastilla y el disco,
desperdiciándose por completo. La labor de un sistema de frenada
regenerativa es minimizar todo lo que se pueda la pérdida de energía,
convirtiendo la energía cinética en electricidad para su reutilización.
En el caso de los coches eléctricos, permite aumentar la autonomía (en los coches convencionales reducir el consumo), pues al dejar de acelerar, el motor eléctrico comienza a retener el coche y a generar electricidad, algo muy útil por ejemplo en recorridos urbanos con muchas paradas.
La energía eléctrica generada gracias a este tipo de sistemas se puede almacenar en una batería o en un supercondensador (el primer caso es el de los coches eléctricos, mientras que el segundo se da más en coches de combustión interna). La frenada regenerativa se aplica en los ejes accionados por el motor, y puede funcionar a la vez que el frenado hidráulico convencional. Hay coches que de forma inteligente mezclan ambos tipos de frenado para aumentar la eficiencia y disminuir las distancias de frenado al máximo.
Los sistemas de frenada regenerativa en algunos casos (generalmente en los coches eléctricos, por la naturaleza de su frenada regenerativa) se pueden configurar y regular de acuerdo con los gustos del conductor y las necesidades del momento. Así, modelos como el Hyundai IONIQ Eléctrico o el Chevrolet Bolt cuentan con unas levas tras el volante para aumentar o disminuir el nivel de retención de la frenada regenerativa.
Como hemos dicho antes, hay varios tipos de sistemas de frenada regenerativa, si bien lo más común es verla en coches eléctricos o híbridos debido a que cuentan con un motor eléctrico con capacidad de retención y de actuar como generador. Pero a la hora de la verdad, cualquier sistema que permita aprovechar la energía que normalmente se perdería en el frenado puede catalogarse como una frenada regenerativa (por ejemplo, el sistema Hybrid Air de PSA).
Actualmente, los fabricantes cada vez dan más importancia al desarrollo de este tipo de tecnología, no sólo para aumentar la eficiencia (Audi se ha centrado en pulir al máximo la frenada regenerativa de su e-tron para así poder maximizar la autonomía), sino también por confort: los coches eléctricos con este tipo de frenada permiten llevar a cabo la “conducción de un pedal” (la regeneración permite frenar sin tener que accionar el pedal de freno), algo que están explotando marcas como Nissan con su sistema e-Pedal.
En el caso de los coches eléctricos, permite aumentar la autonomía (en los coches convencionales reducir el consumo), pues al dejar de acelerar, el motor eléctrico comienza a retener el coche y a generar electricidad, algo muy útil por ejemplo en recorridos urbanos con muchas paradas.
La energía eléctrica generada gracias a este tipo de sistemas se puede almacenar en una batería o en un supercondensador (el primer caso es el de los coches eléctricos, mientras que el segundo se da más en coches de combustión interna). La frenada regenerativa se aplica en los ejes accionados por el motor, y puede funcionar a la vez que el frenado hidráulico convencional. Hay coches que de forma inteligente mezclan ambos tipos de frenado para aumentar la eficiencia y disminuir las distancias de frenado al máximo.
Los sistemas de frenada regenerativa en algunos casos (generalmente en los coches eléctricos, por la naturaleza de su frenada regenerativa) se pueden configurar y regular de acuerdo con los gustos del conductor y las necesidades del momento. Así, modelos como el Hyundai IONIQ Eléctrico o el Chevrolet Bolt cuentan con unas levas tras el volante para aumentar o disminuir el nivel de retención de la frenada regenerativa.
Como hemos dicho antes, hay varios tipos de sistemas de frenada regenerativa, si bien lo más común es verla en coches eléctricos o híbridos debido a que cuentan con un motor eléctrico con capacidad de retención y de actuar como generador. Pero a la hora de la verdad, cualquier sistema que permita aprovechar la energía que normalmente se perdería en el frenado puede catalogarse como una frenada regenerativa (por ejemplo, el sistema Hybrid Air de PSA).
Actualmente, los fabricantes cada vez dan más importancia al desarrollo de este tipo de tecnología, no sólo para aumentar la eficiencia (Audi se ha centrado en pulir al máximo la frenada regenerativa de su e-tron para así poder maximizar la autonomía), sino también por confort: los coches eléctricos con este tipo de frenada permiten llevar a cabo la “conducción de un pedal” (la regeneración permite frenar sin tener que accionar el pedal de freno), algo que están explotando marcas como Nissan con su sistema e-Pedal.
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