El coche eléctrico en Europa es una necesidad, así está la situación actual
El coche eléctrico debe incrementar su comercialización de forma
exponencial para converger respecto a las mecánicas tradicionales.
Cumplir con las emisiones contaminantes será el próximo desafío.
Publicado por Oscar Almarza en Motor el 13/05/2018
El coche eléctrico no termina de arrancar en los principales mercados automovilísticos de valor. ¿Por qué esta última coletilla? Algunos países como China están ofreciendo subvenciones y descuentos fiscales por la compra de vehículos eléctricos, pero estos no son alternativas con grados de autonomía destacados o versiones sostenibles en el futuro.
La llegada de las mecánicas eléctricas, por el momento, han servido para que el público se haya posicionado en contra de algunas alternativas del mercado actual. El ejemplo más sonado es lo que está ocurriendo con el diésel. Esta opción, desde el famoso escándalo de las emisiones, ha sufrido un continuo revés por parte del mercado.
Desde que el conocido como Dieselgate fue destapado, su presencia en las ventas ha provocado el hundimiento en sus ventas, hasta el punto de haber quedado reducido a apenas el 38% de las ventas totales en países como España, según se puede leer en ANFAC. ¿A qué se ha debido este descenso y por qué perdura el miedo a las concepciones híbridas y eléctricas?
A pesar de las numerosas ventajas de las movilidad eléctrica, todavía cuenta con una serie de inconvenientes que hacen que su recorrido en el mercado todavía no sea un pilar de referencia en la mayoría de los parques automovilísticos. Ahora bien, ¿por qué debería popularizarse en los próximos años? La legislación anticontaminación podría tener la clave.
Desde hace prácticamente una década, los fabricantes han conseguido reducir las emisiones contaminantes a través de la innovación introducida en los motores diésel y gasolina. Ahora bien, ¿qué ha provocado que hayan vuelto a repuntar las emisiones de CO2? La clave está, precisamente, en el descenso de las ventas del diésel.
Una encrucijada con una única salida, la electrificación
Los mercados en áreas geográficas como Europa, donde las motorizaciones diésel han experimentado un fuerte protagonismo durante la última década, están viviendo un repunte de las emisiones contaminantes en detrimento de un largo periodo de caídas. ¿A qué se debe esta situación? La composición de las emisiones de esta mecánica.El diésel es una opción que emite menos partículas de CO2 que la homóloga de gasolina, por lo que el descenso de las ventas producidos en los últimos 2-3 años ha provocado que se hayan incrementado las emisiones. ¿Cuál es el motivo? El consumidor que optaba por una opción diésel ha migrado a una gasolina, en vez de apostar por la hibridación o el concepto eléctrico.
Como consecuencia de ello, durante los próximos años se producirá una reducción de las emisiones del óxido de nitrogeno (NOx), fundamental para preservar la salud de las personas que viven en el ámbito urbano. Entonces, ¿Es positivo que se hayan disminuido el consumo del diésel?
Como es lógico pensar, las consecuencias se fundamentan en una doble vertiente, una positiva y otra negativa. En el ámbito global, un mayor incremento del CO2 producirá una intensificación del cambio climático. Por el otro, la alternativa diésel influirá en menor grado sobre la salud de la población concentrada en las ciudades.
Una solución que pasa por la electrificación del parque
A lo largo de los últimos años, la inclusión de nuevos planes anticontaminación no ha supuesto un grave problema para los fabricantes. No obstante, tal y como se puede leer en el informe elaborado por JATO, la próxima gran revolución tendrá lugar en el año 2021, momento en el que cada vehículo deberá emitir en torno a 95 g/km, una cifra que choca contra los 110 g/km actuales.Y bien, ¿cómo afrontar esta nueva situación que ya comenzará a implantarse en 2020 como paso introductorio a su puesta en circulación? Encontrarse de bruces contra esta situación implica constatar cómo el coche tradicional, ya sea bajo el concepto diésel o gasolina, tiene muy difícil seguir manteniendo su hegemonía.
Para ello, por supuesto, la alternativa híbrida y, sobre todo, eléctrica, deben introducir descuentos en el precio que las haga competitivas. Solamente bajo esta premisa será posible la reducción de las emisiones contaminantes provenientes de la automoción en la próxima década. Queda un margen de mejora de un par de años, pero es necesario que se actúe de inmediato.
El repunte de las opciones eléctricas penden de un hilo y, sobre todo, de la actitud de los fabricantes. Compañías como Tesla disfrutará de competencia próximamente, por lo que es muy importante asegurar la llegada de opciones que reduzcan la tendencia de comercialización de las motorizaciones de combustión interna, principal escollo de la polución en la ciudad.
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